martes, 24 de noviembre de 2015

¿Cómo te hablas? El poder de nuestro lenguaje interno

Aunque no nos demos cuenta, nuestro lenguaje interno influye muchísimo en como interpretamos las situaciones, en cómo nos sentimos y como aprendemos a valorarnos y a tratarnos.
Muchas veces somos nuestros peores jueces y críticos, tratándonos de una manera que no reservaríamos ni para nuestro peor enemigo. Y el problema es que muchas veces ni siquiera somos conscientes de ello.

¿Alguna vez has pensado así?

  • Interpretar todo en términos de absolutos: es decir, o todo va bien y es maravilloso o todo va mal y es un desastre. Hay que tener cuidado con las palabras siempre, nunca, todos... porque caen como losas sobre nuestras cabezas. Así, no es lo mismo pensar “lo hago todo mal” que pensar “aquí me he equivocado, pero ayer lo hice estupendamente. No tengo porqué hacer todo perfecto”.




  • Quedarnos sólo con lo negativo y no dar valor a lo positivo. Así, por ejemplo, si nos preguntan qué tal nos ha ido el día, podemos decir: “Un desastre, he perdido el autobús, he legado arde a trabajar y encima había mucho papeleo”, y no dar importancia a que además de todo eso, hemos resuelto un problema muy complicado y el jefe nos ha felicitado.
    Además, cuando hacemos algo bien está presente la idea de que “era nuestro deber” por lo que no tiene ningún mérito. Está claro que el deber de un bombero es apagar fuegos, el de un maestro enseñar a los niños y el de un agente de seguros tramitarlos, pero no por ello tienen menos mérito cuando acuden a un incendio, ayudan aun niño a que entienda una idea particularmente difícil o solucionen a un cliente un problema serio. Sólo nosotros sabemos lo que nos cuesta hacer las cosas, pues felicitémonos por aquellas que consideremos difíciles al igual que nos castigamos cuando hacemos algo mal.

  • Adivinar lo que va a pasar. Tendemos a anticipar demasiado las cosas, dándoles demasiadas vueltas. Preocupémonos lo justo ( en este post explico cómo controlar las preocupaciones) y dejemos el predecir el futuro a los adivinos.


  • Dejarnos llevar por las emociones, especialmente las negativas, como el enfado o la tristeza. Cuando tenemos un emoción negativa muy fuerte todo lo que pensemos va a estar influenciado por ella. Así, si un día estamos tristes y empezamos a analizar nuestra vida la veremos mucho más negativamente que si estamos alegres. Lo mismo pasa si estamos muy enfadados. El efecto es parecido a cuando estás muy enfadado o triste y tras dormir te levantas viendo las cosas de otra manera.

  • Centrarnos en cómo Deberían ser las cosas o en como deberíamos comportarnos nosotros mismos o los demás. No hacemos más que ponernos normas y de sentirnos mal al no cumplirlas. Es mucho más útil cambiar el debería por me gustaría. Así, por ejemplo:

    • Debería adelgazar” por “me gustaría perder peso, voy a ver que cosas puedo hacer para ello, pero asumo que es un proceso lento y que necesito constancia”.

    • No debería equivocarme” por “no me gustaría el equivocarme otra vez, pero asumo que soy human@ y que es inevitable el hacerlo. Para la próxima tendré más cuidado”.
       
    • Debería estar contenta” porme gustaría estar contenta, pero no puedo estar así todo el rato. Voy a ver que cosas me están afectando y ver que puedo cambiar. Si veo que no puedo solo, entonces pediré ayuda”.
       
    • Mi suegra no debería ser así”,por “Está claro que me gustaría que mi suegra fuera de otra manera, pero no puedo cambiarla. Voy a pensar como tratarla de la manera adecuada y no dejaré que sus comentarios me afecten.”


  • Etiquetarnos a nosotros mismos o a los demás. Nuestro cerebro intenta usar los menos recursos posibles, recurriendo muchas veces a atajos. Estos funcionan bien algunas veces pero otras veces no.
    Pongamos como ejemplo que voy andando con un jarrón en las manos y que éste se me cae al suelo. Automáticamente me vendrá a la cabeza la frase “que torpe eres, Sara”, etiquetándome así. 
    El problema es que si nos lo decimos o nos lo dicen muchas veces nos lo acabamos creyendo. La manera más sana es describir la situación tal y como ha sido: “no me ha gustado que se me cayera al suelo, pero de todas las veces que he llevado algo en las manos ésta es la primera que se me cae algo al suelo, luego tan torpe no seré”
    Por otro lado, también hay que distinguir entre el verbo ser y estar. No es lo mismo ser torpe que estar un poco torpe ese día, ni ser tonto que estar un poco atontado.

    En definitiva, una buena pauta es pensar en cómo hablamos a la gente a la que queremos y empezar a hacer lo mismo con nosotros mismos ¿O no nos lo merecemos?

2 comentarios:

  1. Muy de acuerdo .Pero me resulta tan difícil tomar decisiones que me crea ansiedad.
    Padecer de estos síntomas de angustia es lo peor a mi me hunde estas situaciones.
    Me gustaría estar todo el día en terapias de grupo ya que ayuda mucho a pensar en ti

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siento mucho que tengas problemas de ansiedad. Realmente es muy complicado el poder llegar a controlarla solo. Quizá te vendría bien el acudir a un especialista que te guíe y ayude
      Muchísimo ánimo

      Eliminar