miércoles, 2 de noviembre de 2011

Ataque de ansiedad ¿Qué hacer?

Ataque de ansiedad, ataque de pánico...son muchas las maneras de nombrar una de las experiencias más desagradables que pueden  ocurrir en la vida de una persona.

Son muchos los síntomas que se dan: taquicardias, sudores fríos, respiración agitada, el estómago encogido, dolor en el pecho, mareos, sensación de irrealidad, e  incluso la sensación de estar volviéndose loco. Hay quien incluso confunde un primer ataque con un ataque al corazón, y se queda muy sorprendido cuando le dicen que es “sólo” ansiedad. ¿Cómo que sólo ansiedad? Yo sé que he tenido esos síntomas y  lo he pasado realmente mal.




Y muchas veces los consejos o soluciones que se dan no nos ayudan en absoluto. “Tomate la vida con más calma”  “Relájate” (si, pero ¿cómo se hace eso?). Parece muy fácil decirlo, pero no tanto el hacerlo.

Otras veces lo que hacemos es intentar evitar las situaciones que nos ponen más nerviosas, en un vano intento por evitar el temido ataque. Sin embargo con esta actitud, tenemos dos consecuencias; por un lado, dejamos de hacer muchas cosas que antes nos gustaban, mientras que por el otro, vemos que cada vez estos ataques se van extendiendo  más áreas de nuestra vida. ¿Qué hacer? ¿Evitar cada vez más y más cosas? Obviamente ese no es el camino, ya que no solucionamos el problema, sino que simplemente lo evitamos.

 ¿Qué hacer entonces?
Existe una solución, que pasa en primer lugar en entender porqué nos pasa esto, y luego que hacer para enfrentarnos a ello.  Un psicólogo nos puede ayudar a entender lo que realmente nos pasa y a darnos herramientas para enfrentarnos a ello,¿Por qué no probar?

martes, 1 de noviembre de 2011

Disfunciones sexuales

Es este un problema que nos avergüenza, que nos hace querer escondernos, desaparecer. porque aparte de afectarnos a nosotros, a la idea que tenemos de nosotros mismos, a nuestra imagen como alguien deseable y a quién poder querer, afecta de una manera importante a quien queremos, a nuestra pareja, a la persona con la que compartimos nuestro lado más íntimo, nuestra sexualidad.

Y es que es un tema tabú, del que no queremos hablar, aunque nos obsesione, aunque no podamos dejar de preocuparnos. Porque podemos llegar a pensar que el que un hombre no consiga que su pene se mantenga erecto o no consiga mantener la erección el tiempo deseado, no es un hombre completo. Y eso no es verdad. Todo esto tiene tratamiento. Y se consigue superar.

Y una mujer que tenga dolor durante la penetración, o que simplemente no consiga que ésta se produzca, no es una persona que no quiere mantener relaciones, es que tiene un problema que se puede tratar.

He comentado algunas de las más frecuentes, pero hay muchas más que me dejo en el tintero. Son problemas relativamente fáciles de tratar, pero que se enfrentan a un problema mayor añadido, y es la vergüenza, primero a reconocerlo (con todas las implicaciones que esto supone) y luego el acudir a un profesional, a decirle a alguien una de las partes más íntimas de nuestra persona, de nuestra vida.


El primer paso es darse cuenta de que todos estos problemas tienen solución. Lo segundo es atreverse a intentarlo ¿Que se puede perder?