martes, 29 de abril de 2014

¿Optimista o pesimista?

Esta pregunta se nos ha planteado innumerables veces, de una manera u otra. Y siempre todos nos acabamos posicionando. Hay quienes nos consideramos optimistas y hay quienes nos clasificamos como pesimistas.
¿Es realmente así?, ¿podemos clasificarnos como puros, de un extremo u otro? La verdad, como casi todo, no es tan simple.Por lo general, el cómo interpretemos una situación va a depender tanto de la situación en sí, como de nuestro estado de ánimo o de la experiencia que hayamos tenido con situaciones anteriores .

Lo que sí es cierto, es que podemos tener una determinada inclinación hacia un polo u otro, una tendencia a interpretar todo de una manera positiva o negativa. Si te consideras optimista, enhorabuena, pero si te consideras pesimista, quizá debiéramos repasar ese concepto.

Hay muchas ideas preconcebidas en los pesimistas, como que los optimistas no son sino pesimistas mal informados, o que ellos conocen cómo son realmente las cosas.

Por lo general, las personas pesimistas tienden a minimizar o ignorar los elementos positivos de las situaciones y a centrarse en los negativos, dándoles muchísima más relevancia, confirmando así sus expectativas negativas. Si, por ejemplo van a quedar para ir al cine con unos amigos, una persona pesimista podrá centrase en que no quedaban palomitas y que el asiento era incómodo, pero desdeñará el que la película era buena y que luego se fueron a tomar un helado.Y cuando recuerde esa experiencia, se confirmará su idea de que el ir al cine no era buena idea.

Además, es muy importante el cómo interpretamos la situación, y aquí es muy relevante algo tan simple como la cantidad de palabras y frases que le dedicamos en nuestro pensamiento. De hecho, las personas pesimistas suelen tener un vocabulario menos dúctil menos rico que los optimistas.

Así, no es lo mismo, si está lloviendo, pensar:

“¡Maldito invierno!¡Siempre llueve!” (cuatro palabras)


Que pensar :

“¡Estupendo!, Voy a poder hacer actividades en casa, por ejemplo, esa reparación que lleva esperando tanto tiempo. Además, no necesitaré regar el jardín. Y de resultas, podré ir al cine..." (30 palabras)

Pensar negativamente es lo fácil. Es un modo minimalista de dar sentido a lo que observamos, por el contrario, el pensar positivamente requiere un esfuerzo, debemos elaborar más las frases y encontrar argumentos que nos convenzan.
Depende de nosotros el cambiar esa tendencia negativa de nuestro cerebro. ¿Te atreves?