Esta pregunta se nos ha
planteado innumerables veces, de una manera u otra. Y siempre todos
nos acabamos posicionando. Hay quienes nos consideramos optimistas y
hay quienes nos clasificamos como pesimistas.
¿Es realmente así?,
¿podemos clasificarnos como puros, de un extremo u otro? La verdad,
como casi todo, no es tan simple.Por lo general, el cómo
interpretemos una situación va a depender tanto de la situación en
sí, como de nuestro estado de ánimo o de la experiencia que hayamos
tenido con situaciones anteriores .
Lo que sí es
cierto, es que podemos tener una determinada inclinación hacia un polo
u otro, una tendencia a interpretar todo de una manera positiva o
negativa. Si te consideras optimista, enhorabuena, pero si te
consideras pesimista, quizá debiéramos repasar ese concepto.
Hay muchas ideas
preconcebidas en los pesimistas, como que los optimistas no son sino
pesimistas mal informados, o que ellos conocen cómo son realmente
las cosas.
Por lo general, las
personas pesimistas tienden a minimizar o ignorar los elementos
positivos de las situaciones y a centrarse en los negativos, dándoles
muchísima más relevancia, confirmando así sus expectativas
negativas. Si, por ejemplo van a quedar para ir al cine con unos
amigos, una persona pesimista podrá centrase en que no quedaban
palomitas y que el asiento era incómodo, pero desdeñará el que la
película era buena y que luego se fueron a tomar un helado.Y cuando recuerde esa experiencia, se confirmará su idea de que el ir al cine no era buena idea.
Además, es muy
importante el cómo interpretamos la situación, y aquí es muy
relevante algo tan simple como la cantidad de palabras y frases que
le dedicamos en nuestro pensamiento. De hecho, las personas
pesimistas suelen tener un vocabulario menos dúctil menos rico que
los optimistas.
Así, no es lo
mismo, si está lloviendo, pensar:
Que pensar :
“¡Estupendo!, Voy a poder hacer actividades en casa, por ejemplo, esa reparación que lleva esperando tanto tiempo. Además, no necesitaré regar el jardín. Y de resultas, podré ir al cine..." (30 palabras)
Pensar negativamente
es lo fácil. Es un modo minimalista de dar sentido a lo que
observamos, por el contrario, el pensar positivamente requiere un
esfuerzo, debemos elaborar más las frases y encontrar argumentos que
nos convenzan.
Depende de nosotros
el cambiar esa tendencia negativa de nuestro cerebro. ¿Te atreves?