miércoles, 28 de enero de 2015

Niños: cuando la hora de irse a la cama es un problema

El dormir es una actividad fundamental en el ser humano. Una buena higiene de sueño nos va a permitir el poder desarrollar las actividades del día de una manera adecuada y poder disfrutar de ellas plenamente. Sin embargo, ocurre que muchas veces los niños pueden tener problemas en este ámbito, desesperándose los padres a la hora de conseguir que se duerman.

Aquí van una serie de consejos que pueden ayudar a que el niño duerma mejor:
  • Tener siempre los mismos horarios de sueño, y asegurarnos que duerman el número de horas necesario. Así:

    • De 6 a 8 años, lo recomendable es que duerman 11 horas.

    • De 9 a 11años, serían 10 horas.

    • De 12 en adelante, 9 horas.

    De esta manera nos aseguramos de que el niño esté descansado y pueda rendir y disfrutar totalmente al día siguiente. Si cumplimos unos horarios fijos a la hora de dormirse e irse a la cama, es mucho más fácil que el niño entre en esa rutina.
  • Es bueno una media antes de irse a dormir, llevar a cabo actividades que inciten al sueño. Ello implica actividades tranquilas y que no activen al niño, como puede ser hacer un puzzle, un dibujo, leer un cuento juntos...etc. Nuestro cuerpo de manera natural empieza a sentir sueño cuando va notando que la luz disminuye. Es por ello que actividades como ver la televisión o jugar con la consola o la tablet, con pantallas iluminadas, van a hacer que el niño se active más en lugar de relajarse.

  • Una vez sea la hora de dormir, se recomienda el seguir siempre las mismas rutinas, que vayan indicando a nuestro cerebro que es la hora de dormir: despedirse, lavarse los dientes, leer un cuento o que le cuenten uno en la cama...etc.


  • En ocasiones, ses muy frecuente que algunos niños estén durante un buen rato haciendo llamadas al adulto para diversas necesidades ( sed, ir al baño..etc) por lo que el padre o la madre hacen continuos viajes a la habitación del niño. Aquí es aconsejable el anticiparse a todas estas demandas, incluyendo, por ejemplo el ir al baño antes de irse a la cama como una de sus rutinas. O tener un vaso o una botella pequeña al lado de la cama para que pueda beber si tiene sed ( no es recomendable que beba mucho liquido, ya que si no, tendrá que despertarse varias veces para ir al baño durante la noche). Al niño se le dirá que una vez se haya dormido, no se va acudir más, y que si quiere algo, lo tiene al alcance de su mano.

  • Hay veces que se mete al niño en la cama de los padres tras una pesadilla, o algo negativo que le haya pasado ese día. De manera puntual no hay ningún problema, pero si acostumbramos al niño a que duerma con nosotros en la cama, luego va a ser más difícil el que él pueda volver a dormir solo en su cama.

  • Muchos niños tienen miedos que les impiden dormir con tranquilidad. Ante esto, en primer lugar: 

    • No reirse ni ridiculizar sus miedos. Aunque a nosotros nos pueda parecer gracioso, para ellos es algo muy importante. 


    • Podemos enseñarles afrontarlos, mediante juegos durante el día que les resten importancia Por ejemplo, “cazar” al monstruo (habiendo escondido un uguete por algun lugar de la casa), explorar habitaciones en penumbra(haciendo una búsqueda del tesoro) es decir, asociar algo divertido a aquello que les da miedo...etc enseñándole como no pasa nada.(en esta entrada de miedos en Halloween doy algunas pautas más).

    • Por último, el acercarles de manera gradual a que puedan dormir sólos y a oscuras. Así al principio pueden dormirse con la luz del pasillo encendida, con una luz de noche o con el padre o la madre en la habitación, para luego ir retirando de manera gradual estos apoyos.

    Hay que tener en cuanta que esto son pautas generales. Si vemos que el miedo persiste o que no está proporcionado (esta entrada ofrezco más información), sería aconsejable el acudir a un especialista que nos pudiera aconsejar de manera más específica.

    Espero que estas pautas ayuden a dormir a toda la familia. ¡Felices sueños!

miércoles, 21 de enero de 2015

A vueltas con la preocupación



Cualquier persona a lo largo de su vida se ha preocupado alguna vez por algo, ya sea una situación, una persona, un acontecimiento. Es algo normal, y que nos permite el estar preparados ante lo que pueda venir.

Sin embargo hay veces en que la preocupación puede ser un problema. Cuando no podemos pensar en otra cosa, cuando ocupa todo el espacio en nuestra cabeza, cuando no nos deja dormir, cuando nos pone cada vez más y más nerviosos. Y ahí es cuando debemos actuar para pararla, porque si la dejamos, invadirá todo nuestro día a día.


Se pueden distinguir entre dos tipos de preocupación:

  •  Útil: su propio nombre lo dice. Nos pre- ocupamos antes de que ocurra aquello a lo que nos tenemos que enfrentar. Si tengo un examen en una semana, la manera útil de preocuparme es planificar cómo voy a estudiar en el tiempo que me queda hasta la fecha del examen, enterarme bien de que temario entra, encargarme de tener todos los apuntes..etc. Si tengo un bulto que me parece extraño, lo útil es ir al médico para que me haga las pruebas pertinentes y me diga cómo actuar si es que hay que hacerlo
  •  Inútil: es aquella que tenemos cuando o bien no tenemos nada que podamos hacer o bien todavía no tenemos toda la información disponible. En los ejemplos anteriores, una preocupación inútil sería estar mientras estudio pensando en qué pasará con el examen si apruebo, si suspendo, si me ponen alguna pregunta que desconozco...etc. En el caso del bulto, sería el imaginar que podría ser, el verte con in cáncer o algo peor  antes de acudir al médico  o antes de que te den los resultados.Este tipo de preocupación no te va a portar nada, pero sí que va hacer que tu experiencia sea mucho más ansiógena y negativa

Esta distinción parece muy fácil en frío, pero cuando nos vemos en la situación es difícil el distinguir. Aquí van algunas pautas:

  • Esperar a tener  toda la información necesaria. Muchas veces, nos preocupamos antes de saber las opciones que vamos a tener. Si estamos esperando el resultado de un examen, por ejemplo, no nos sirve para nada pensar en él hasta que sepamos la nota. tenemos que darnos cuenta de que hay muchas opciones posibles y no nos podemos preocupar por todas ( por ejemplo, preocuparnos por que hacemos si aprobamos y tenemos que decidir qué hacer al aprobar el curso y preocuparnos a la vez de qué hacemos si suspendemos) ya que tan sólo va a ocurrir una de ellas
  •  Actuar cuando la situación se nos presente. Es decir, no podremos hacer nada hasta que llegue el momento. Si lo que nos preocupa es una cita con una persona que nos gusta, una vez nos hayamos preocupado de lo útil ( qué ropa llevar, dónde vamos a ir, qué vamos a hacer... etc) no podemos hacer nada hasta que acudamos a ella.
  • Buscar informaciones fiables en las que basar nuestras decisiones. Es decir, acudir a fuentes que sepamos que nos pueden dar una opinión experta. Si lo que me preocupa es el bulto que tengo, de nada me sirve que la vecina me cuente que le pasó a un amigo suyo con un bulto igual, sino que la persona que mejor me puede informar es  un  médico. Otro error que cometemos mucho es buscar en internet, sobre todo con temas médicos. No podemos saber si la información que estamos leyendo es correcta o no y, aunque lo fuera, siempre es mejor que un profesional con experiencia en el tema  como puede ser un médico nos aconseje.


  • No caer en la trampa de "esto es importante". Podemos pensar ¿Cómo no voy a pensar en esto, que es tan importante? Sería un irresponsable si no lo hiciera. Aquí debemos darnos cuenta de que no hay relación entre la importancia de un tema y el tiempo que le dediquemos al preocuparnos por él. A lo largo de nuestra vida habrá decisiones importantes que tomemos en poco tiempo y otras que no tengan mucha importancia pero que nos hayan llevado mucho más.
  • Por mucho que pensemos, no vamos a encontrar la solución buena. Si llevas un buen rato pensando y no has encontrado una solución que te guste, lo más probable es que no exista porque...
  • La solución perfecta muchas veces no existe. Hay veces en que somos capaces de dar con la clave y la solución al problema, pero otras muchas veces tenemos que asumir que hay que escoger la opción menos mala de las que hay.
Es difícil el preocuparse de la manera adecuada. Si vemos que aún siguiendo estas pautas no podemos dejar de darle vueltas a los problemas y que ello nos está afectando, quizá es la hora de acudir a un profesional que nos ayude a controlarla.

Preocupémonos, en definitiva, de manera útil por nuestras preocupaciones.


martes, 13 de enero de 2015

¿A vueltas con tus propósitos de año nuevo?

Todos los años suele ocurrir lo mismo. En los momentos previos a que de comienzo la cuenta atrás, nos ponemos a hacer balance de como nos ha ido, de qué podemos hacer para que el año que viene sea mejor que el que ya dejamos atrás. Es aquí cuando surgen los famosos propósitos de fin de año. Y es que muchas veces, (más de las que nos gustaría), se quedan tan sólo en eso, en propósitos que pasado un tiempo se olvidan hasta el año que viene. Aquí van algunos consejos que nos pueden ayudar a conseguirlos:

  • Seamos realistas. Si durante todo el año anterior no hemos hecho nada de ejercicio no es muy sensato plantearnos como objetivo para éste el correr maratones. Y es que este es uno de los mayores errores que podemos cometer, el de ponernos metas poco realistas, de manera que nos desanimamos enseguida.

  • Lo más sensato es plantearnos los objetivos paso a paso, y planificar lo que queremos conseguir. Siguiendo el ejemplo anterior, podemos pensar un plan de ejercicio gradual, con pequeñas metas que podamos ir consiguiendo y que nos lleven nuestro objetivo final. De esta manera estaremos mucho más motivados.




  • No caer en extremismos. Muchas veces, o hacemos todo lo que nos hemos propuesto, o no hacemos nada. Por ejemplo, muchas personas planean así su día: “Me levantaré temprano iré a hacer ejercicio, recogeré toda la casa, estudiaré inglés después..” y cuando se levantan tarde, ya no hacen nada de todo lo que han planeado, con la idea de que mañana mejor, cuando se haga todo junto. Hay que tener claro que siempre es mejor hacer parte de lo que hemos planeado que el no hacer nada en absoluto, ya que al día siguiente nos será más fácil.

  • No nos exijamos la perfección. El instaurar un hábito nuevo es complicado, por lo que tenemos que ir poco a poco. Habrá días en que no lo consigamos en los que tan malo es el regañarse en exceso como el no darle importancia. Que hoy no lo he hecho, de acuerdo. ¿Qué puedo hacer mañana para conseguirlo?
  • El mejor día para empezar algo es hoy. Siempre ponemos comienzos simbólicos que pueden ayudarnos, pero cuando éstos pasan, no hay que caer en la desmotivación. Si a comienzos de año no se ha podido empezar lo planeado, ¿Por qué no hoy? ¿Por qué esperar al lunes para empezar la dieta? ¿O al mes que viene para empezar a hacer deporte?

Y siguiendo en esta línea, ¿porqué no empezamos ahora esos propósitos que ya a mitad del mes de Enero hemos dejado de lado?


Mucho ánimo