miércoles, 24 de diciembre de 2014

¿Disfrutar de la Navidad?

Cada vez que se acercan estas fechas, las opiniones son encontradas. Hay personas que viven estas fiestas de una manera muy positiva, disfrutándola a cada momento, y sin que haya mayores problemas. Sin embargo, para otras puede ser una fuente de problemas y conflictos. Aquí van algunas pautas que creo pueden ser de ayuda:

1.- La perfección no existe. Está claro que son comidas especiales, y que nos gustaría que saliera todo bien. Pero parémonos a pensar ¿Tan horrible sería que la vajilla no fuese perfecta, que se nos tostara de más el asado, que nuestro herman@ llegue un poco tarde? Queremos llegar a todo, sin pensar que tenemos todo el derecho del mundo a equivocarnos, y que es imposible controlar todas las variables. La idea es intentar hacerlo lo mejor posible y disfrutar del momento, sin preocuparnos todo el tiempo en aquello que puede salir mal.

2.-Valoremos lo que otros hacen por nosotros. Si no organizamos las comidas y vamos “a mesa puesta”, no nos supone ningún esfuerzo el ayudar en lo que podamos y el comentar aquellos detalles que nos hayan gustado. Conseguiremos que la otra persona se sienta bien y esté más tranquila.

3.-A la hora de regalar, no siempre es mejor el regalo más caro, ni siempre encontraremos el regalo perfecto. Muchas veces se nos olvida que lo que más se valora es el que se hayan acordado de nosotros y el que se hayan molestado en pensar y buscar algo que no pueda gustar. Dado que no somos adivinos, siempre nos podemos equivocar.

 

4.- La vida no es como en los anuncios o en las películas. Está claro que hay familias que se llevan bien entre ellas y no hay roces cuando se reúnen , pero hay otras en las que no nos acabamos de llevar del todo bien con determinados miembros. No hay que obligarse a que sea la familia perfecta, simplemente intentar pasar un rato agradable. Céntrate en aquellas personas a las que si que te apetece ver y disfruta del momento. No vayas preparado a empezar una guerra, y no le des a esa persona que te cae mal el poder para hacerte sentir mal.

5.- No podemos obligarnos a ser felices porque sea una fecha determinada en el calendario. La clave está en intentar disfrutar, en centrarnos en aquellas personas y situaciones que nos gustan ( y que nos han gustado el resto del año) y el resto, si tiene que venir, vendrá.



6.- Nuestra vida no depende de una determinada cena o comida, aunque a veces nos sentimos como si así fuera. Puede que alguna de ellas haya sido desastrosa, pero puede que también otro momento que tengamos disfrutemos muchísimo, y sea el que recordemos con una sonrisa cuando pensemos en estas navidades.

7.- No tiene porqué gustarnos todo lo asociado a la Navidad, o no tenemos porqué ver el sentido que otros le ven. No nos quedemos sólo en lo malo, seguro que también hay cosas buenas (aunque no coincidan con las clásicas). El tener tiempo para hacer aquello que llevamos posponiendo para las vacaciones, el poder pasar más tiempo con quien queramos, el ver a familiares o amigos que viven lejos pero que vienen para las fiestas...etc. Busca lo bueno y céntrate en ello.


Espero que sirvan de ayuda. Tan sólo despedirme deseándoos a todos una Feliz Navidad.

lunes, 15 de diciembre de 2014

TOC, o cuando lavarse demasiado las manos puede ser un problema

Todo el mundo estamos de acuerdo en que el lavarse las manos en determinados momentos del día, es un buen hábito de higiene. Sin embargo si nos las lavamos quince veces al día, cuando recurrimos a desinfectante cada vez que lo hacemos, cuando evitamos tocar objetos o personas que consideramos pueden estar “contaminados”, ahí es cuando tenemos un problema.



Muchas personas, en mayor o menos medida tienen lo que comúnmente denominamos manías. Juan o Manuela son muy maniáticos, decimos. Y no nos extraña el ver que no pueden comer con la puerta abierta de la habitación o con el pan boca abajo. Y es verdad que siempre y cuando estas manías no interfieran en la vida cotidiana, podemos convivir con ellas. El problema es cuando empezamos a estar mas preocupados de ellas que de nuestro día a día, cuando interfieren en nuestras actividades cotidianas, ya sea transformándolas o simplemente, porque nos impiden el llevar una vida normal.

Es en estos casos cuando podríamos hablar de un Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC .

¿En qué consiste? En este trastorno de ansiedad, la persona tiene lo que se llaman obsesiones: pensamientos, imágenes o necesidades que se menten en su cabeza , generalmente sin sentido, y que no puede controlar. Dado que es muy desagradable estar todo el día preocupado por algo, la persona intenta resistirse o eliminarlos mediante lo que se llaman compulsiones.
Las compulsiones son pensamientos o acciones utilizadas para suprimir las obsesiones y que proporcionan alivio a corto plazo.

Por ejemplo, una persona puede tener una obsesión en relación a la limpieza. Se puede preocupar por si tiene las manos limpias, por los gérmenes que puede haber en ellas, por la suciedad que haya en lo que toca, por si puede sufrir una infección por ello...etc. Su manera de dejar de pensar en ello y de calmarse , es decir, su compulsión será lavarse las manos muchas veces, limpiar todo aquello que toca...etc.


Aquí, estamos aprendiendo a controlar la ansiedad que nos producen estas situaciones o pensamientos con unas acciones muy específicas (en el ejemplo, combatimos el miedo a contaminarnos lavándonos mucho las manos). Acciones que, a corto plazo, hacen que nos calmemos, pero que a largo plazo nos obligan a hacer siempre lo mismo para calmarnos y que cada vez nos va a exigir hacer más ( lavarnos las manos con alcohol o cada vez más veces).

Por supuesto, no todo el mundo que tenga una pequeña manía va a tener un TOC, pero debemos estar atentos por si esas manías van a más o si están haciendo que nuestra vida sea cada vez más complicada. Ya que si es así, debemos ponernos en manos de un buen profesional que nos pueda ayudar a controlarlo.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Problemas de alimentación en niños

Muchas veces, la hora de las comida con los niños pueden convertirse en un momento desagradable tanto para padres como para el propio niño. Por un lado, el niño aprende a asociar la comida con un momento desagradable del día, mientras los padres se desesperan buscando nuevas estrategias para conseguir que éste coma.

Aquí van una pautas generales que pueden ayudar a que este momento sea más agradable

  • Muy importante, armarnos de paciencia y no perder la calma. El que adquieran los hábitos que queremos es una carrera de fondo, en la que debemos mantenernos constantes en el objetivo que nos hayamos marcado. No se puede pretender conseguir todo en un día.

  • Es importante ir introduciendo poco a poco alimentos nuevos en su dieta, acostumbrándole a que pruebe de todo. Hay que prestar atención a la conducta que vean en los padres, ya que tenderán a imitarles. Si papá o mamá no comen nunca pescado es difícil que se convenza al niño para que éste lo coma.


  • Hacernos a la idea de que el que coma cosas nuevas o que adquiera la habilidad de comer solo va llevarnos su tiempo, los atajos nunca son buenos. Si estamos intentando, por ejemplo, que pase a comer comida sólida, pero le trituramos todo porque se lo come más rápido, estamos haciendo que cada vez le sea más difícil el dar el salto a lo sólido. Lo mismo ocurre si le damos de comer en vez de dejar que practique con los cubiertos. Vamos más rápido, pero nunca aprenderá a usarlos.

  • Parece de sentido común, pero muchas veces se nos olvida. El niño debe llegar con hambre a la hora de la comida. Si antes ha comido cualquier otra cosa, es muy difícil que coma aquello que nosotros queremos. Si tiene “chuches” o caramelos, que las tome después de haber comido, de manera que las vea como una recompensa. Así, también evitamos que las coma en exceso, ya que tendrá mucha menos hambre.


  • Si hay un alimento que rechaza, podemos condicionar algo que le guste mucho a la ingesta previa de dicho alimento. Por ejemplo, si no le gusta el puré pero le encanta el yogur, le dejaremos probar una cucharada de yogur cuando haya comido una de puré, para posteriormente ir aumentando las cucharadas de puré necesarias para conseguir el yogur.

  • Es importante prestar atención a aquello que queremos que se repita, ya que por lo general solemos hacer todo lo contrario. Así, cuando está comiendo estamos haciendo otras cosas y cuando no come es cuando estamos encima de él. Lo más útil es recordarle con voz tranquila cuando no lo esté haciendo que tiene que comer (y no prestándole mayor atención después) y cuando lo haga, reforzarle con halagos, hablando con él....etc.


Si observarnos que los problemas persisten, y tras haber descartado una causa médica que haga que éstos existan, un profesional puede ayudarnos.
Un psicólogo puede evaluar al niño de manera individual y elaborar una serie de pautas más específicas que permitan a los padres saber cómo enfrentarse a estas situaciones, de modo que las comidas vuelvan a ser algo placentero para todos, y no una continua lucha.