jueves, 28 de mayo de 2015

Voy a terapia ¿Soy débil por ello?

Muchas veces se plantea en consulta la idea de que una persona que acude a terapia es una persona débil, que necesita siempre ayuda, que es menos que los demás.

Y ésta es una idea muy peligrosa.

Al igual que no somos más débiles por rompernos una a pierna o pillar una pulmonía muchas veces asociamos una intencionalidad ( estás así de mal porque quieres) o una debilidad de carácter a las personas que sufren un problema psicológico cuando no existe ninguna relación entre ambos factores. Es decir, hay personas que pueden ser consideradas más débiles por los demás y no precisar nunca de terapia y hay personas consideradas por los demás como fuertes que si lo necesitan.

Yo siempre admiro a todos aquellos que acuden a intentar mejorar y ser más felices, ya que lejos de ser débiles, son personas más o menos fuertes, con más o menos recursos que se han encontrado con una situación a la que no podían hacer frente. Y han sido lo suficientemente inteligentes como para pedir ayuda.

Lejos de criticar o de juzgar a las personas que acuden a consulta, les puedo atribuir muchas cualidades positivas, como pueden ser:

  • Valentía a la hora de enfrentar sus miedos.
    Siempre es difícil el reconocer ante otra persona ( aunque sea un psicólogo y te de toda la confianza del mundo) tus problemas y debilidades, aunque sepamos que nos va a intentar ayudar. Por otro lado, una vez en terapia, se afrontan y resuelven problemas muy íntimos, siendo algunas veces muy duro para la persona.
    Hay que tener valor para afrontar los problemas y ponerles una solución. Hay quien se encuentra mal y se niega a reconocerlo o a pedir ayuda ¿Es ésa una persona más valiente que quien acude a terapia?.




  •    Son personas trabajadoras a la hora de ir elaborando y afrontando los problemas
    Todas las terapias son mas o menos activas (depende de la orientación) y requieren un trabajo de la persona que está acudiendo. No es como cuando vamos a la peluquería, que nos “dejamos hacer”. La persona que está acudiendo a un psicólogo realiza un trabajo constante, difícil y muchas veces agotador mentalmente hablando.



  • Se responsabilizan de sus emociones y de su bienestar.
    Una de las cosas que se aprenden en terapia es a responsabilizarnos de nosotros mismos y de nuestro bienestar. No somos sujetos pasivos ante los problemas que nos van viniendo. Tenemos poder a la hora de decidir cómo afrontarlos y, al haber acudido a terapia, disponemos de las herramientas necesarias de cara a afrontar aquellos problemas que son más difíciles para nosotros.


  • Se conocen a sí mismos, los problemas que pueden tener y cómo manejarlos.
    Todo el mundo tenemos puntos fuertes y puntos débiles, cosas que se nos pueden dar mejor o peor, o aspectos de una situación que nos afecten más o menos que a otra persona. Una de las cosa más bonitas de la terapia desde mi punto de vista es que aprendemos a conocernos a nosotros mismos, a saber dónde qué ámbitos debemos cuidar más y cuales nuestros puntos fuertes y en qué confiar.




  • Se convierten en personas más sensible ante los problemas de otros
    Muchas veces no sabemos como se siete una persona hasta que no hemos pasado por lo mismo o por algo parecido. Una persona que ha estado mal y que ha necesitado ayuda se convierte al mejorar en un apoyo muy eficaz para las personas de su entorno, pudiendo empatizar con aquellos que también tengan problemas y ofreciendo un apoyo mucho más eficaz y comprensivo que el que pueda ofrecer otra persona que no haya pasado por lo mismo.


     Es por ello que si estás acudiendo a terapia quiérete y respétate más, estás en el buen camino. 
    Y si conoces a alguien que lo esté haciendo , reconócele el camino hecho y el coraje demostrado por embarcarse en este proceso.

jueves, 21 de mayo de 2015

Duelo perinatal. Las pérdidas no reconocidas

 Se entiende por duelo perinatal al producido por aquellas pérdidas  que se dan durante cualquier momento de la gestación hasta el primer mes de vida del bebé.
Es algo que no queremos llegar ni siquiera a imaginar, pero que si se da llega como un mazazo a nuestras vidas. Es una pérdida muy dolorosa, en eso se parece a otros duelos, pero que muchas veces queda relegada y olvidada bajo la falsa idea de que es mejor no pensar en ello, que conviene olvidar lo antes posible y no pensar, que no tenemos derecho a estar tristes, porque muchas veces ni siquiera llegamos a conocer al bebé.

Y es aquí cuando una pérdida que ya de por sí es dura y triste se hace todavía más complicada.

¿Cómo tratar a unos padres que han pasado por esta situación ?

  • En primer lugar, no minimizar la pérdida. El que no hayan podido llegar a conocer a su bebé o el que éste tuviera pocas horas o días de vida no implica que el dolor por su pérdida sea menor.

  • Evitar frases como “Sé por lo que estás pasando o “Sé como te sientes” si no es así. Podemos intentar imaginarlo o empatizar con la persona pero no saber qué estará sintiendo.

  • No intentar buscar algo positivo en la muerte del bebé. Ideas como “Todo tiene una razón”, “Mejor ahora que más adelante”, “Tendrás más bebés” ,hacen mucho daño y no llegan a consolar.




  • Dar apoyo emocional a los padres. Muchas veces no ayuda tanto lo que puedas decir o hacer como el acompañar y escucharles, el ayudarles a tomar decisiones pero no el tomarlas por ellos.

  • Respetar el que va a pasar un tiempo hasta que vuelvan a estar bien. No exigirles que lo olviden cuanto antes.

  • Muchas veces se tiende a pensar sólo en la madre cuando ocurren estas situaciones. Si bien es cierto que es ella la que además de la pérdida tiene una serie de consecuencias físicas, el padre también tiene que lidiar con la pérdida. Una frase de cariño o de apoyo puede ayudarle mucho.


¿Cómo sobrellevar esta pérdida?

No es fácil. Como cualquier duelo, hay que permitirnos el pasarlo y el ir elaborando el dolor. Algunas pautas que pueden ayudarnos.

  • Comunicación y apoyo en pareja. Muchas veces tendemos a aislarnos en nuestra pena no dejando entrar a nadie. Tenemos al lado a alguien que va a entender cómo nos sentimos, con la que podemos hablar y expresar nuestros sentimientos.




  • Permitirnos el estar tristes. Combatir esa idea de que hay que estar bien, que no ha pasado nada, porque no es verdad.

  • Cuidarnos y cuidar a nuestra pareja, tanto física como emocionalmente.

  • Plantearnos el acudir a algún grupo de apoyo. Éstos, formados por padres y madres que han pasado por lo mismo pueden servirnos de ayuda a la hora de validar y gestionar nuestras emociones.

  • Muchas veces ayuda el hacer un pequeño ritual de despedida: una carta, la lectura de una poesía...etc nos permiten el despedirnos de nuestro bebé de la manera que consideremos más adecuada. 

¿Cuándo un duelo de este tipo puede ser preocupante?

Existen una serie de factores que pueden hacernos sospechar que no estamos elaborando bien el duelo:
  • Aislamiento y autocompasión, la persona  se vuelve distante, irritable e impaciente.

  • Surgen recuerdos desagradables del embarazo y la sensación de haber fracasado como mujer.

  • Vergüenza y desvalorización como persona y madre.



  • Abandono de relaciones sociales.

  • Desesperanza, desconsuelo, ideas de suicidio frecuentes.

Si estos síntomas se mantiene más allá de dos meses después de la pérdida, conviene el pedir ayuda a un profesional, de cara a evitar una posible depresión.

jueves, 14 de mayo de 2015

Rabietas infantiles: cómo actuar

Todos hemos sido testigos de la rabieta de algún niño en algún momento. Es un momento muy estresante tanto para el niño como como para el adulto. ¿Qué podemos hacer en esas situaciones? Aquí van algunos consejos:

  1. Actuar como modelo para el niño. Los niños tienden a imitar nuestras emociones, por lo que si nos ven nerviosos o enfadados, ellos lo estarán más. Por el contrario si nos ven calmados es más fácil que se calmen más rápido.



  2. Hablar con ellos de manera calmada, haciéndoles ver que les entendemos y ayudándoles a poner nombre a las emociones que están sintiendo “veo que estás enfadado con tu hermano”o “no te ha gustado que quitasen tus dibujos preferidos por la televisión”.

  3. Cuando estén calmados, hablar tranquilamente con ellos de qué podrían haber hecho para arreglar la situación que ha generado su enfado. Por ejemplo, si un niño tiene una rabieta porque su hermana le ha quitado un juguete, enseñarle a que hable con su hermana y le diga que no se lo quite, o negociando para compartir el juguete que quieren los dos. De este modo le estaremos dando alternativas a la rabieta para situaciones futuras.

  4. Otras veces, sin embargo, deben aprender que no pueden conseguir todo lo que quieren, por lo que debemos razonar (siempre cuando ya se hayan calmado), hablándoles con un lenguaje que entiendan sobre el tema. Esto es muy importante para que aprendan a manejar la frustración.



  5. Eliminar todo aquello de su entorno con lo que puedan hacerse daño, de ese modo evitaremos que se enfaden más cuando le prohibamos hacer algo con lo que puedan lastimarse durante la rabieta.

  6. Algunas veces prestamos sólo atención a los niños cuando están con las rabietas, y no cuando se están portando bien. Es bueno, por ejemplo, el elogiarles cuando están jugando tranquilamente con su hermano ( cuando antes ha habido peleas) les permite saber qué están haciendo bien y que esperan papá y mamá de ellos.

  7. Debemos prestar atención a patrones comunes de las rabietas, ya que tendremos pistas de cuándo ocurren y qué podemos hacer al respecto.

     

  8. Tenemos que perderle el miedo a las rabietas. No son agradables para nadie, pero forman parte del desarrollo y aprendizaje de nuestro hijo. No podemos condicionar nuestra vida, dejar de ir a la tienda con él o evitar determinados sitios, para que no tenga ninguna.

  9. Las rabietas van desapareciendo con la edad. Sin embargo, si el niño atraviesa una situación de estrés o ansiedad es posible que éstas aumenten. Si esto se mantiene en el tiempo, sería aconsejable el acudir a un especialista para que evaluara si existe algún otro problema que no hemos detectado.

jueves, 7 de mayo de 2015

Derechos asertivos ( tercera y última parte)

Esta es la tercera y última parte de los derechos asertivos. Ideas que hay que tener claras para mejorar nuestras relaciones sociales. Puedes ver la  primera  y segunda parte pinchando enlos enlaces.


  1. .- Hay que intentar adaptarse siempre a los demás, de lo contrario no se encuentran cuando se necesitan.

    Tiene que ver con nuestro derecho a decir “no” ante situaciones que nos parezcan injustas o cuando nos intentan convencer de algo con lo que no estamos de acuerdo. Tendemos a creer que vamos a caer mejor a la gente si nunca estamos en desacuerdo con ellos, pero es justo al revés, las personas tendemos a encontrar mucho más interesantes a aquellos con un criterio y opinión propias que a quien nos dice a todo que sí.

     
  2. No hay que ser antisocial. Si dices que prefieres estar solo, los demás pensarán que no te gustan.

    Tenemos derecho a estar solos aún cuando los demás deseen nuestra compañía. Aquí, como en todo, tenemos que quedarnos en el término medio. Ni estar todo el tiempo solo ni tampoco obligarnos a estar todo el tiempo con gente.

  1. Hay que tener siempre una buena razón para lo que se siente y se hace.


    No tenemos que estar justificándonos todo el día. Algunas veces tendremos razones de peso para hacer las cosas o para sentirnos de una manera u otra, pero otras veces no, lo haremos porque nos apetezca o nos guste más así. Es agotador estar todo el día explicando porqué haces todo, dependiendo de la aprobación del otro para sentirnos bien. Si a ti te parece que lo que has hecho está bien, adelante.


  2. Cuando alguien tiene un problema hay que ayudarle.

    A todos nos hace sentir bien el ayudar a otra persona. El problema surge cuando nos vemos obligados a ayudar siempre al otro, incluso cuando nos venga mal o no queramos. La clave está en que nos permitamos siempre el poder elegir cuando prestamos nuestra ayuda y cuando no.


  3. Hay que ser sensibles a las necesidades y los deseos de los demás, aun cuando éstos sean incapaces de demostrarlos.

    Cada uno de nosotros somos responsables de nuestro bienestar, defendiendo nuestros derechos y expresando lo que queremos y nos gusta. Sin embargo, muchas veces, nos dejamos guiar por los deseos de los otros y relegamos los nuestros para que la otra persona se sienta mejor o no se enfade, anticipándonos a lo que pueda pasar. Como en el punto anterior, no pasa nada por hacerlo cuando lo hayamos elegido, pero si siempre nos comportamos así, es cuando surgen los problemas.


  1. No está bien quitarse a la gente de encima; si alguien hace una pregunta, hay que darle siempre una respuesta.

    Tenemos todo el derecho del mundo a no contestar. Este punto, parece muy fácil sobre el papel, pero cuando nos hacen una pregunta directa nos es muy difícil el no contestarla. Tenemos que darnos cuenta de que nos pueden preguntar cualquier cosa, hay personas a las que les gusta preguntar acerca de temas muy íntimos, pero también podemos eludir esa pregunta o contestar con un “prefiero no hablar de eso”