martes, 21 de enero de 2014

Agorafobia, o el miedo a las aglomeraciones. ¿La conocemos realmente?



La agorafobia es un trastorno de ansiedad bastante común, de hecho lo sufren el 4% de la población, principalmente mujeres.

¿En que consiste? Muchas personas tienen la creencia de que se trata de lo contrario a la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), por lo que lo definen por el miedo a los espacios abiertos.

Sin embargo, esta definición no es del todo correcta. Se dice que una persona tiene agorafobia cuando le da miedo salir de casa, estar sola o ir a lugares donde hay mucha gente, como calles, supermercados, autobuses... La clave está en que evitarán situaciones en las que sea difícil escapar, sitios cerrados o con mucha aglomeración de personas.
 
 


La mayoría de las personas agorafóbicas también tienen miedo a perder el control sobre sus propias reacciones y a que ese miedo les provoque un ataque de pánico. Esto origina que tiendan a evitar lugares que puedan provocarles miedo, lo cual acaba por convertirse en una costumbre.

Normalmente, se sienten mejor cuando están con alguien conocido y, por eso, acaban dependiendo de otra persona para salir de casa.


Cuando la persona con agorafobia está atemorizada, tiene la sensación de que el miedo comienza y persiste sin ninguna razón y que, además, no lo puede corregir; por ello, hay una tendencia a mantenerse en estas sensaciones, empeorándolas. Así, puede sentirse mareada o sin aliento, notar una sensación de debilidad en sus piernas o notar los latidos de su corazón.

Algunas tienen la sensación de que todo es irreal, como si fuera un sueño. La preocupación por estas sensaciones se va reforzando más y más, convirtiéndose en una costumbre. Es sumamente fácil caer en este círculo; primero, sentir temor, después, preocupación por los sentimientos de miedo, etc. Algunas personas piensan que pueden hacer el ridículo en público, que pueden marearse o ponerse enfermas o desplomarse y quizá lastimarse; incluso temen una pérdida permanente de control.

Pues bien, las personas agorafóbicas no tienen más probabilidades de que les ocurra esto que cualquier otra persona, pero al evitar todas esas situaciones, hacen que el miedo se haga cada vez más poderoso en sus vidas.

Además suele suceder que en su entorno, con el ánimo de ayudar a la persona agorafóbica, acaben haciendo todo por ellas, para que no lo pasen mal, pero consiguiendo el efecto contrario. Si no se enfrentan a aquello que temen, cada vez les va a ser más difícil el hacerlo.

Este trastorno no está relacionada con ninguna enfermedad mental seria, ni con ninguna enfermedad física conocida, por lo que se puede tratar y hacer que desaparezca de nuestra vida. Tan sólo hay que dar el primer paso.

¿Te atreves?

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