martes, 14 de julio de 2015

Fobia a la sangre, inyecciones o daño

Aunque ya he hablado de las fobias en una entrada anterior ( puedes leerla pinchando aquí ) , me parece bastante interesante el detenerme en un subtipo de ellas que reúne unas características específicas, como es el miedo a las inyecciones, la sangre y/o las heridas.

Si bien en el resto de éstas se da una respuesta de incremento de la activación corporal, con síntomas de ansiedad y nerviosismo, en este tipo de fobia, la reacción es contraria, dándose lo que se llama un síncope vasovagal.



 ¿En qué consiste esta respuesta?¿Qué es el síncope vasovagal?

Cuando algo nos asusta o nos pone nerviosos, la respuesta normal de ansiedad es que el corazón nos lata más rápido y que respiremos más agitadamente, por lo que se da un aumento súbito de nuestra presión sanguínea.

En personas con este tipo de respuesta se produce una hiperreacción que intenta compensar este aumento de presión sanguínea, bajándola de golpe. Esto produce que llegue menos sangre al cerebro y que se de la sensación de mareo e incluso podamos llegar a desmayarnos .




¿Es hereditaria?

Otro dato interesante es que parece tener un mayor componente hereditario que otro tipo de fobias, llegando a haber estudios que hablan de que un 61% de los familiares de personas con esta fobia tenía algo similar aunque más moderado.

¿Se puede tratar?

Se puede tratar y superar. El tratamiento consiste en entrenar, bajo supervisión del psicólogo en tensión a la persona para que evitar que se de la respuesta de mareo.



¿Cuándo debe tratarse?

Cualquier persona que quiera evitar estos síntomas puede tratarlos y superarlos.

Por lo general, se suele tratar con más frecuencia en personas a las que esta respuesta está influyendo en su día a día, ya sea por problemas médicos ( por ejemplo, una persona con diabetes que deba administrarse la insulina mediante un pinchazo todos los días) o laborales (por ejemplo, un médico o una enfermera que deban enfrentarse a la sangre en su trabajo).

No obstante, también hay personas a las que, aunque no les afecte tan directamente, que quieren enfrentarse a este problema de cara a posibles pruebas médicas que necesiten realizarse a lo largo de su vida, evitando así el desmayarse o entrar en un estado de tensión cada vez que el médico les quiera hacer un análisis de sangre. No es infrecuente el que personas que lo sufran eviten el hacerse determinadas pruebas con el consiguiente riesgo para la salud que ello conlleva.

En conclusión, aunque parezca algo inevitable, es una respuesta mucho más normal de lo que nos imaginamos, pero con la que se puede trabajar y tratar, llegando a controlarla. El que queramos hacerlo o no, depende sólo de nosotros.

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